Ciencia ficción dura
Se conoce como ciencia ficción dura (habitualmente denominada hard por su nombre en inglés, incluso en publicaciones en español) a la rama de la ciencia ficción, generalmente literaria, que trata con total rigor la ciencia y la tecnología, a menudo en detrimento de la calidad narrativa o de la profundidad de los personajes.
Tiene su origen en las llamadas "novelas científicas" de autores como Julio Verne, que pretendían con ellas divulgar y popularizar los conocimientos científicos y los avances científicos. Este espíritu tuvo su continuación en la línea editorial de revistas como Amazing Stories o Astounding, en plenos años '20, '30 y '40.
Si en la Space Opera las leyes físicas eran vulneradas en beneficio de la aventura, en la ciencia ficción dura ocurre lo contrario. Usualmente el escritor de ciencia ficción dura es un científico con aspiraciones literarias, más que un escritor con interés en la ciencia. En este tipo de obras el autor suele mostrar profundos conocimientos de ciencia e ingeniería y, muy a menudo, las ideas expresadas son soluciones reales planteadas por las agencias espaciales. En algunas ocasiones, incluso, son las obras de ciencia ficción dura las que sirven de inspiración a los científicos e ingenieros de dichas agencias.
Estas características hacen que, generalmente, las obras hard sean más pobres desde el punto de vista literario, aunque en ocasiones hayan conseguido un notable reconocimiento, como Cita con Rama (Arthur C. Clarke, 1973), Mundo anillo (Larry Niven, 1970) o Cronopaisaje (Gregory Benford, 1980).
Los casos de Cita con Rama o Mundo Anillo son característicos de la ciencia ficción dura. La historia se basa en el descubrimiento de un objeto anómalo y su posterior investigación. No hay una trama real, solo un paseo de exploración en el cual se van descubriendo fenómenos curiosos que resultan de la aplicación de las leyes de la Física en un contexto en el que dan lugar a resultados antiintuitivos.
El reconocimiento a este tipo de obras viene dado a menudo por las mismas características del aficionado a la ciencia ficción. Aún sin caer en los tópicos, un número considerable de aficionados a la ciencia ficción sienten intereses científicos, por lo que historias en las que buena parte del texto es la explicación de fenómenos físicos o teorías científicas avanzadas resulta para ellos una forma amena de divulgación científica.
Pese a ello, hay obras notables, como la trilogía de Marte (Kim Stanley Robinson, 1992-1996), que van mucho más allá de la simple exhibición de conocimientos científicos y abordan temas sociales o económicos con personajes creíbles que evolucionan a lo largo de la obra.
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