Discusión:Sociedades en la ciencia ficción
Sociedades reales:
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La guerra de los mundos critica la sociedad victoriana. -
Fahrenheit 451 es una crítica la sociedad urbana de los EE.UU. a mediados del s. XX y Crónicas marcianas tiene un marcado tono bucólico. Mencionar que Bradbury parece creer que la sociedad estadounidense de hasta la Segunda Guerra Mundial, con sus tartas de manzana y todo eso, es poco menos que un ideal. - Nueva ola:
- ¡Hagan sitio, hagan sitio!
- Incordien a Jack Barron
- Un mundo devastado
- El rebaño ciego
- Todos sobre Zanzíbar
- [Los anteriores son parte de una trilogía, ¿cuál es el tercero?]
- El ciberpunk es una crítica a la deshumanización de la sociedad occidental a caballo entre el s. XX y el s. XXI.
La crítica social está presente en la ciencia ficción desde sus inicios, en la etapa denominada de la ciencia ficción primitiva. Y de hecho, constituye el tema esencial de estas obras pioneras de un género por entonces aún no etiquetado. Desde La República de Platón, donde se nos describe una sociedad ideal (a juicio de Platón) la civilización de la Atlántida, hasta el mucho más moderno [Ver nota]
- Nota: La república de Platón describe una sociedad utópica, no es una crítica a una sociedad existente. No debería estar en el apartado "Sociedades reales:" sino en el de "Sociedades imaginarias".
Un buen ejemplo de esto es Jonathan Swift con Los viajes de Gulliver (1726), novela de viajes que se vale de la sátira para criticar duramente la sociedad en la que le tocó vivir al escritor.
Ya dentro de los inicios de la ciencia ficción moderna podemos encontrar ejemplos tan claros como La guerra de los mundos (1898) de H.G. Wells. El libro es una dura crítica a la moral y costumbres de la Inglaterra victoriana.
Las edades de oro y de plata se centraron sobre todo en el estudio de la ciencia y la tecnología espaciales. Esto redujo la función crítica del género, que se centró más en la divulgación de la carrera espacial y sus posibilidades o, simplemente, valiéndose de la atención popular en la exploración espacial para crear simples obras de entretenimiento adolescente: la Space Opera.
Esto no quiere decir que no hubiera una ciencia ficción crítica con las sociedades de su tiempo. Algunos de los relatos de Crónicas marcianas ([año ¿1952?]) de Ray Bradbury (por ejemplo, Un camino a través del aire) son muy críticos con la sociedad de los EE.UU. de los años '50. Fahrenheit 451 ([año]), también de Bradbury, es una dura crítica [expresión repetida, modificar] a la anomia y deshumanización de las sociedades urbanas y, en concreto, al papel alienante de la televisión. En este sentido, hay que recordar que Bradbury es un nostálgico de la sociedad americana de antes de la Segunda Guerra mundial, con sus pueblos de casas de madera y sus madres preparando tarta de manzana.
Unos años antes de estas obras, en 1948, George Orwell había escrito una de las obras fundamentales del género y una de las más influyentes de toda la literatura del siglo XX: 1984. En esta obra, el escritor británico, aunque abiertamente comunista, hace una crítica a la Rusia estalinista, en la que el Estado oprime al individuo robándole no sólo sus libertades, sino el derecho a al intimidad y a la individualidad.
- Nota: Sería interesante poder contar la visión simétrica, la de la ciencia ficción soviética que critica la sociedad capitalista. Tenemos referenciados dos relatos en este sentido: Mister Risus y El mundo que abandoné, pero no se ha confirmado la fecha, por lo que no se pueden contextualizar con los párrafos anteriores. ¿Alguien se cree capaz de localizar esas fechas?
La nueva ola volvió a centrar el interés del género en las sociedades humanas. [Desarrollar]
Sociedades imaginarias:
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La república -
Utopía -
Las de Heinlein (La Luna es una amante cruel, sobre todo). -
a trilogía de Marte. - Un mundo feliz
- Gattaca
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Ursula K. Le Guin es una experta en crear sociedades imaginarias.-
La mano izquierda de la oscuridad -
El mundo de Rocannon -
Planeta de exilio
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Dick definía la ciencia ficción como el género de la imaginación disciplinada. Mientras se mantengan dentro de lo plausible y desarrollen los hechos de forma coherente con las premisas de partida, los autores tienen libertad para desarrollar escenarios en los que especular con sociedades imaginarias.
Sería difícil clasificar La repíublica de Platón como ciencia ficción. El texto tiene forma de conversación en la que uno de los personajes describe al otro una sociedad utópica. Pero en todo momento dicha sociedad se plantea como hipotética; no hay una narración de una ficción en la que los personajes se muevan en ese escenario. Es un texto filósifico, no una narración.
Utopía, de Tomás Moro, al igual que La república, tiene forma de diálogo, pero este caso sí es una narración ficticia en la que un personaje cuenta haber llegado a la isla de Utopía (literalmente, "ningún sitio", nombre humorístico que se ha convertido en un término propio), isla que describe a su interlocutor.
En épocas más modernas, es habitual que los autores recurran a planetas colonizados en los que los colonos ensayan las sociedades que el autor quiere desarrollar.
Un ejemplo perfecto de esto sería Robert A. Heinlein,con obras como El granjero de las estrellas ([año]) o La Luna es una cruel amante (año). En la primera Heinlein imaginaba hombres y mujeres vigorosos que luchan por sobrevivir en un entorno hostil; en la segunda, mucho más compleja, se plantea una revolución y todo un desarrollo económico, político y social que da lugar a lo que, según él, era una sociedad perfecta. Los ideales liberales de Heinlein quedaban claros en los modelos de sociedad que planteaba, modelos en los que la máxima felicidad viene dada por la máxima libertad del individuo, reduciendo al mínimo el estado y las obligaciones de las personas para con él.
Medio siglo después Kim Stanley Robinson comenzó a publicar la trilogía de Marte. El primer libro, Marte rojo (1992) termina con una revolución y en el segundo, Marte verde (1993) Robinson se explaya en la creación de toda una Constitución y una sociedad, un Marte independiente con una economía y una política que Robinson desarrolla de forma prolija (el texto completo de la Constitución marciana se encuentra en Los marcianos ([año]), el cuarto libro de la trilogía.
Pero no sólo las colonias han sido escenario de sociedades imaginarias.
Presuntas utopías como Un mundo feliz ([año]) y Gattaca (1997) plantean sociedades imaginarias en la Tierra misma. [Desarrollar]
Ursula K. Le Guin es una de las Grandes Maestras del género. Uno de los principales pilares de su obra es la capacidad de crear sociedades imaginarias y especular acerca de sus singularidades o del encuentro entre civilizaciones muy diferentes. Todo su Ciclo de Hainish se basa en estas singularidades y encuentros.
Un ejemplo de lo primero (especulación acerca de singularidades en una sociedad) es La mano izquierda de la oscuridad ([año]), una de sus mejores obras. En esta novela, el protagonista se encuentra en un planeta en el que los seres humanos so hermafroditas. No hay hombres ni mujeres, sino seres humanos de sexualidad ambigua que se determina cuando uno de ellos adopta un rol fértil. Este miembro de la pareja segrega hormonas femeninas y el otro miembro reacciona segregando hormonas masculinas.
Lo segundo (el encuentro entre civilizaciones diferentes) puede verse claramente en Planeta de exilio ([año]). En esta novela, miembros de una civilización desarrollada han quedado varados en un planeta ocupado por humanos de una civilización científica y tecnológicamente inferior. Existe hostilidad de los segundos hacia los primeros, pero el planeta entero se dirige a un largo invierno y ambas civilizaciones se ven obligadas a cooperar. La Guin explora todas las posibilidades que le ofrecen las diferencias y necesidades de las civilizaciones que ha imaginado.
En El mundo de Rocannon ([año]) Le Guin va más lejos e imagina varias civilizaciones en un mismo planeta y un explorador que emprende un viaje que le lleva a encontrarse e interactuar con ellas. [Esta frase se corta de una forma un tanto brusca, ¿no?]