Micromegas
Micromegas | |
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Autor: | Voltaire |
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Datos de primera publicación(1): | |
Título original: | Micromégas |
Revista o libro: | Libro independiente |
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Fecha | 1752 de {{{Año}}} |
Publicación en español: | |
Publicaciones(2): | Libro independiente |
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Saga: | Libro independiente |
Premios obtenidos: | No se le conocen |
Otros datos: | No hay otros datos |
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Notas: | |
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Voltaire ({{{Año}}})
Voltaire (1752)
Micromegas ha sido considerado uno de los primeros trabajos cercanos a la ciencia ficción. En él, el filósofo francés François Marie Arouet, más conocido como Voltaire, nos trata de dar una idea de la relatividad de nuestras nociones y hace una especial crítica a la religión.
Utiliza para ello el procedimiento del "ojo extranjero": inventa un viajero de tierras lejanas al cual nuestras costumbres deban parecerle chocantes cuando menos, e incluso bárbaras. Voltaire tomó este procedimiento prestado de Montesquieu y sus Cartas Persas (1717); pero el relato también está muy influenciado por Los viajes de Gulliver (1728), de Jonathan Swift, obra abiertamente mencionada y con la cual comparte su espíritu satírico.
Tabla de contenidos
Argumento:
Micromegas es un habitante de un planeta que orbita alrededor de la estrella Sirio. Su tamaño es increíblemente gigantesco (8 leguas de alto, lo que equivale a unos 35,5 kilómetros).
Relata Voltaire que en Sirio estudió en un colegio de jesuitas, lo que ya nos indica que la intención del autor no es la creación de una trama absolutamente coherente, sino el juego intelectual con ciertas suposiciones. Fue desterrado de su país por considerarse sus ideas heréticas y así, inició un viaje por la galaxia que le lleva primero a Saturno, donde se le une otro compañero de viaje, y finalmente a la Tierra, donde tendrá la suerte de comparar pareceres con un grupo de sabios y filósofos embarcados en un viaje científico.
Como se ha mencionado, la intención del autor es relativizar las nociones que muchas veces se dan por supuestas, en especial los dogmas que se emiten desde la religión y desde ciertos sistemas filosóficos que el autor critica con un ardor que ralla el desdén.
El mecanismo elegido por Voltaire es simple y acorde a su tiempo, basado en la inducción geométrica. Así, el protagonista es un gigante y el planeta originario de Micromegas debe ser proporcional a su talla. Además, al ser de mayor tamaño, tiene también en un modo proporcional una mayor vida, mayor número de sentidos...
En Saturno, un planeta que Voltaire afirma que es 900 veces del tamaño de la Tierra, su habitantes son de 2.000 varas de estatura, apenas 1.700 metros. En consecuencia, tienen una esperanza de vida menor, de unos pocos miles de años, y apenas unos 30 sentidos.
Así, cuando ambos compañeros llegan a la Tierra, inicialmente ni siquiera descubren vida en ella. Luego, con ayuda de un microscopio, darán con los filósofos reunidos en un barco.
La ciencia en esta historia:
La obra se desenvuelve en el terreno de la filosofía, y utiliza como herramientas la matemática, la geometría e incluso la astronomía, queriendo aplicar una especie de ley natural que parecía evidente, pero que ha demostrado ser falsa.
El tamaño sí importa:
Es por eso que Voltarire argumenta que las proporciones en todo el universo son semejantes a las conocidas en la Tierra. Un planeta 900 veces mayor alberga a habitantes 900 veces mayores también.
Un planeta mayor, siendo su composición similar a la de la Tierra, supondría una atracción gravitatoria mayor. Las ideas del relato parecen sugerir que la atracción gravitatoria en el planeta siriano sería realmente enorme (cientos o miles de veces la de la Tierra, dependiendo de la densidad de dicho planeta).
El lector puede creer que Voltarire carecía de este conocimiento, pero no es así. De hecho, fue un divulgador ardoroso de los descubrimientos de Isaac Newton (así como de la doctrina filosófica de Locke, la cual ilustra en este relato). Por lo tanto, no se le debía haber pasado por alto. ¿Supuso entonces que la igualmente gigantesca envergadura de los sirianos les confería la fortaleza necesaria para soportar tales fuerzas? Parece ser.
Pero, obviamente, Voltaire carecía de los conocimientos sobre resistencia de materiales que hoy poseemos y que contradicen totalmente esa suposición. Los huesos del siriano estarían sometidos en su planeta natal a una presión inconmensurable por doble razón: por una parte, el enorme peso de un ser de 35 kilómetros de estatura sostenido sobre dos únicos puntos de apoyo; por otra, una gravedad miles de veces mayor que hace suponer que un kilo de masa pese una tonelada en la superficie de tal planeta. Sus huesos quedarían aplastados por su propio peso.
No obstante, la cuestión del tamaño del protagonista es la clave que alienta la fábula, no podía prescindir de su gigante. Siendo así, si se hubiera informado un poco mejor, quizás hubiera resuelto entonces situar los orígenes de Micromegas en la ingravidez del vacío.
Las lunas de Marte:
Muchos quieren ver un romántico misterio en la afirmación del relato que en su viaje de Saturno a la Tierra los viajeros pudieron contemplar las dos lunas de Marte. ¿Cómo adivinó esto, un siglo antes de su descubrimiento?
No hay ningún portento en ello. Voltaire simplemente adoptó las ideas de Kepler, anteriores a sus famosas leyes, según las cuales cuanto más externo es un planeta mayor número de lunas posee, conforme a cierta armonía. Así, Venus no tenía ninguna, la Tierra una, Marte dos... y Saturno cinco.
Así pues, fue una casualidad, la enunciación de una creencia científica que se ha demostrado errónea.
Viaje a bordo de cometas:
El sistema de viaje de Micromegas también es característico de la época, y no exento de fallos autocomplacientes.
Afirma que en Sirio poseen amplios conocimientos de cómo funcionan las leyes de la Gravitación Universal, por lo que viajan saltando de planeta en planeta o a bordo de cometas que les llevan a otros sistemas solares. Gracia a los conocimientos de astronomía, Voltaire sabía bastante bien a qué distancia se enfrentaba en su viaje de Sirio al Sistema Solar, pero o no consideró ciertas cuestiones o deliberadamente las dejó de lado.
James Bradley ya había medido la velocidad de la luz con notable aproximación en 1728 y al escritor francés no se le podía escapar que un cometa viaja a velocidades notablemente inferiores. De hecho, Halley ya había calculado la trayectoria y periodo de paso de uno de los más famosos.
Así, aunque Voltaire menciona frecuentemente datos científicos para dar mayor plausibilidad al relato, lo cierto es que en general los utiliza con rigor desigual.