La trompeta del Juicio Final

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¡Atención, spoilers!

Aquí se desvelan detalles de la trama y el argumento


La trompeta del Juicio Final
Autor: Isaac Asimov
Otros títulos: {{{Otros títulos}}}
Datos de primera publicación(1):
Título original: The Last Trump
Revista o libro: Fantastic Universe
Editorial: {{{Editorial}}}
Fecha Junio de 1955 de {{{Año}}}
Publicación en español:
Publicaciones(2): Con la Tierra nos basta
Otros datos:
Saga: Relato independiente
Premios obtenidos: No se le conocen
Otros datos: No hay otros datos
Fuentes externas:
Tercera Fundación [{{{URL-3F}}} Ficha]
ISFDB [{{{URL-ISFDB}}} Ficha]
Otras fuentes {{{URL-OtrasFuentes}}}
Notas:

  1. De la presente variante. Puede haber variantes anteriores. Consultar la fuente externa para ampliar información.
  2. Publicaciones en español las que la presente variante ha aparecido. Puede haber otras publicaciones de esta misma u otras variantes. Consultar la fuente externa para ampliar información.

Isaac Asimov ({{{Año}}})

Isaac Asimov (1955)

A.k.a.: La trompeta final.

Isaac Asimov era ateo, lo cual no le impedía tomar elementos religiosos para sus relatos. Este en concreto trata sobre el esperado momento de la resurrección de los muertos. Como si de un creyente de la iglesia evangelista se tratara, el autor asume como premisas ciertas la existencia de un dios creador, de ángeles y arcángeles, de la trompeta del juicio Final y de la resurrección de los muertos en cuerpo y alma, tal y como reza el Credo cristiano.

De tal suerte, resulta que estaba escrito que el día 1 de enero de 1957, a las doce y un minuto de la mañana, el arcángel Gabriel ha de hacer sonar la trompeta.

Así, los muertos empiezan a resucitar, empezando por los últimos, al tiempo que desaparecen las necesidades y pasiones humanas.

El panorama presentado por Asimov no es muy atrayente. Argumenta que dado que cada religión (e incluso cada creyente) tiene una idea del Paraíso totalmente diferente, a Dios le es imposible contentar a todos y escoge el denominador común: la simple vida eterna.

Así, una humanidad carente de apetitos se enfrenta a una eternidad de ausencia de estímulos. En realidad, un infierno.