Cuarta columna: Diez segundos.

 
00:00.00  

Tomó aire y su vista se perdió en la lejanía. Su corazón latía fuertemente, ametrallando el interior de su tórax. Jamás había estado tan nervioso. Jamás había tomado una decisión tan importante.

Un débil pensamiento apareció en su mente, pero se desvaneció, ahogado en la intensidad del momento.

 

00:02.38  

Alargó la mano y cogió el arma de encima de la mesa. Lentamente, con suavidad pero con firmeza, agarró su "magnum" y la alzó hasta la altura de su cabeza. Acarició el gatillo y apoyó firmemente la pistola sobre la sien.

 

00:04.40  

Todos sus músculos se tensaron. Cerró los ojos fuertemente y su mano se aferró al arma. Fue entonces cuando decidió apretar el gatillo. Entonces supo que había tomado la decisión mas importante de su vida, y que ya no tenía remedio.

 

00:04.48  

En su antebrazo un músculo se contrajo, uno solo, uno en concreto. Un tendón transmitió la tensión hasta la mano y su dedo índice apretó el gatillo accionando el sencillo mecanismo. Nadie ha dicho que la muerte sea complicada.

 

00:04.51  

El muelle se liberó y una palanca golpeó el fulminante de la bala.

 

00:04.52  

El fulminante explotó e hizo estallar la pólvora del interior de la bala.

 

00:04.53  

La bala comenzó su viaje adelante empujada por una explosión de gases calientes. El antebrazo cedió a la fuerza del retroceso, aflojando sus músculos y separando ligeramente la pistola de la cabeza, pero no lo suficiente, ya era tarde.

 

00:04.54  

La bala hizo impacto en su cabeza. Un golpe seco agrietó el estenoides separándolo del temporal derecho, pero él no llegó a sentir dolor.

La fuerza del golpe inclinó violentamente la cabeza hacia la izquierda. Los músculos del cuello, repentinamente tensos, torcieron los labios desfigurando el rostro.

La mano derecha se relajó un poco más, a la vez que se alejaba más del cuerpo.

En el extremo del cañón del arma los gases encontraron salida, y el sonido de un disparo llenó la habitación.

 

00:04.55  

La bala penetró más, apenas un par de centímetros, y el hueso, astillado voló en pedazos a la vez que un tibio torrente de sangre salpicaba la pistola y la mano que la sujetaba.

 

00:04.56  

A lo largo de su recorrido, la bala desgarró el blando tejido neuronal, destrozando infinidad de capilares, que vertieron todo su vital contenido.

 

00:04.60  

La bala salió por el otro extremo de la caja craneal y parte del parietal voló en astillas.

Las astillas de hueso comenzaron su caída.

La sangre salía a borbotones, cada vez más abundante. La hemorragia era inmensa, y aquel órgano blando y viscoso que se refugiaba en el interior de su cráneo y perdió gran parte de ese líquido rojo que le era imprescindible.

 

00:05.38  

Las astillas de hueso tocaron el suelo, rebotaron y volvieron a caer.

 

00:05.43  

Con un violento golpe del cuello la cabeza rebotó ligeramente al final de su recorrido salpicando sangre. Los músculos de su cuerpo comenzaron a destensarse, aunque aun había actividad orgánica. El corazón seguía latiendo, y el diafragma y los músculos intercostales apenas habían comenzado a relajarse.

 

00:06.50  

El recto anterior del muslo y el vasto interno se relajaron, y su rodilla izquierda flaqueó. Poco después la rodilla derecha seguía el mismo camino, y el cuerpo comenzó a caer, inclinado a la izquierda, dejando caer unas gotas de sangre.

El brazo izquierdo, debido a la inercia, se mantuvo un momento en el aire, indiferente al movimiento del resto del cuerpo, pero acabó siguiéndolo en su caída. El brazo derecho seguía alejándose del cuerpo, empujado todavía por el retroceso del disparo. La mano derecha ya estaba casi relajada, pero la pistola continuaba enganchada al dedo.

 

00:07.84  

El cuerpo continuó su caída. El brazo izquierdo se golpeó contra el suelo y poco después el resto del cuerpo se le echó encima, rompiendo una gran cantidad de capilares que dejaron escapar su contenido provocando un hematoma.

 

00:08.96  

Los músculos de la respiración se detuvieron definitivamente. El corazón, debido a la rapidez del cese de actividad cerebral continuó latiendo. De la cabeza rota, un torrente de sangre, empujado todavía por el corazón, salió y manchó la moqueta.

 

00:10.00    

 

 

 

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