Un humilde servidor de ustedes, honestamente, es un desastre. Y
es que no se puede estar a todo, a la música y a la mundanal
concatenación de hechos-consecuencias que es la vida. Neófito con
esto de la burocracia y el papeleo, he de confesar que pedí
acreditaciones para el Metrorock 2005, ilusionado como estaba por el
buen cartel y la cercanía del evento. He de confesar, que las pedí
fuera de plazo, sí eso también. A pesar de todo, la maravillosa
organización del evento me las concedió; pero eso no maquilló mi
propia incompetencia. Avergonzado he de confesar (una vez más) que
me enteré de ello el lunes a la vuelta, después de haber disfrutado
dos días de buena música, pagada de mi bolsillo.
Pero hablemos del Metrorock y que Dios perdone mi estupidez.
Los organizadores han decidido ampliar miras y han cambiado el
formato del festival. Ya no se celebra en las estaciones de metro y
ese idea tan ilusionante y underground de unir pequeñas actuaciones
musicales y exposiciones en los túneles se ha visto obligada a
evolucionar hacia el típico festival de dos días con grupos
solventes españoles y alguna que otra estrella internacional que le
confiera categoría de cara a la publicidad (quizás no tanto de cara
a la calidad).
Así pues, salimos del metro y aparecemos en el Parque Juan Carlos I.
Cabe preguntarse si debería seguir llamándose Metrorock, si no
estaría mejor algo así como Parquerock. No obstante, las
instalaciones eran impecables, con hierbecita y sombra para no
estresarse demasiado con tanto grupo que oír y ver, en unos
escenarios muy bien colocados, por cierto.
¿Qué hay que pagar por estos cambios? Cuarenta y tres euros, eso
exactamente.
Pero, al grano: ¿Cómo estuvo?
No me voy a tirar el moco, no los vi a todos, ni de lejos. Bueno, a
alguno sí que lo vi de lejos, pero no es lo mismo. Y alguno que vi,
no merece la pena reseñarlo.
Sidonie
Estos chicos le tienen pillado el truco a los conciertos. Suenan
bien incluso en directo y encima te montan un numerito para que no
tengas la menor oportunidad de aburrirte. Me alegra poder decir que
su música mantiene el nivel, siendo su estilo muy fácilmente
identificable pero sin llegar a empalagar de puro repetitivo. En
cuanto a las letras, ahora que cantan en español habrán ganado algo
de público adepto al pop de piruleta de profunda superficialidad,
pero yo les prefería cuando el inglés las convertía en un silabeo
que sonaba bien.
Elefantes
Otro tanto se puede decir de ellos: ojalá no entendiera lo que dicen
porque su música, repleta de toques fáciles, se deja escuchar.
Parece que lo hicieron bien, que son solventes en directo. No
obstante, yo preferí cambiarme de escenario y divertirme con las
ganas de fiesta de O'Funk'illo. En ningún concierto me han
defraudado aunque hace bastante también que no me sorprenden, como
aquella vez en Burgos, cuando un reage de Marley se convirtió en un
hit de Police.
Ocean Colour Scene
Cuando este grupo se dedica a tocar de verdad, son fantásticos. En
Madrid salieron con las pilas puestas y durante hora y media dieron
un buen concierto. Sin llegar a un cien por cien de entrega, fueron
habilidosos y solventes. Magnífica la voz de Simon Fowler y
extraordinaria la guitarra de Steve Cradock; pero esto desmerecería
bastante de no ser por el sonido limpio que consiguen el batería y
el bajo, con ese aire retro que les caracteriza. Aquí empecé a
sentir que había merecido la pena pagar la entrada.
Renochild
Les tocó el papelón de abrir fuego el sábado.
Parece sobreentenderse que la música sólo se oye al caer la noche;
así, casi todo el mundo se perdió este gran concierto en el que
descubrí a una banda que tiene ganas de hacer una música complicada.
¿A qué suenan? Suenan a inglés, un poco a pop y un poco a post-rock,
un poco eléctrico y un poco electrónico. Comparaciones: Mogwai,
Coldplay, Muse, Radiohead. Hay rumores de separación, y me apena,
porque me hubiera gustado ver en qué quedaba todo, si un segundo
trabajo les confirmaría o destaparía que son un corta y pega de esas
sus comparaciones-influencias.
Nacho Vegas
A su favor hay que decir es uno de los letristas más interesantes
dentro de la escena indie en castellano, la cual adolece normalmente
de superficialidad y falta de inventiva. Nacho Vegas parece tener
una rica vida interior y un amplio elenco de personajes dispuestos a
saltar al papel pentarayado para contar historias sencillas y
pálidamente bellas, pero también melancólicas, tristes o directamente
deprimentes.
En cuanto a su música, es casi acústica, deliberadamente sencilla, a
veces en exceso. Es interesante verle en concierto, pero yo,
personalmente, suspiro por la próxima reunión de Manta Ray.
Def Con Dos
Algunos pensábamos ya que Def Con Dos eran pasado. Después de ver su
concierto en Madrid, habrá que sumarles un par de puntos de vida.
Sigues activos, hirientes y dinámicos. Nada de dormir en su
presencia. Una gozada seguir el flow de Cesar Strawberry, poseedor
de una mente inquieta, rápida y agresiva.
Morcheeba
Podíamos decir que empezaba la noche y ya nos ponían chill out.
Ninguna culpa tiene este grupo, que ejecutó con dignidad su
repertorio. Suenan muy bien y con una atmósfera más propicia hubiera
sido memorable su actuación. La Buena Vida tuvo suerte de salir
delante y no detrás de los angloparlantes. El fenómeno de recencia
mantuvo en nuestros oídos el sonido más profundo y sincopado del
trip hop y nos hizo olvidar sin agravios la insulsez de los
españoles.
Beck
Tras el concierto, cabía preguntarse si a este artista le había
abandonado la fuerza transgresora de su juventud (hace no tanto
tiempo) o simplemente no se tomó muy enserio ni muy profesionalmente
un festival cuya entrada costaba tan poco. Esperábamos más, y casi
la termina de fastidiar cuando en medio de la actuación se puso a
interpretar un par de temas en acústico. ¿Es que pensaba enviarnos
ya a la cama? Pero supo arreglarlo y levantar un concierto que se
caía. Así que, a pesar de que lo hizo bien, me quedé con la
rencorosa sensación de que me había escatimado fuerzas, que me había
timado de alguna manera. Igual que si el encopetado dependiente de
una tienda elegante accediera sin muchas ganas a venderme alguna
baratija mientras suspira por un cliente de verdad, con pasta y buen
traje.
Recapitulación. Las instalaciones, notable. Los conciertos, buen
nivel. La relación calidad-precio, excelente. ¿y el metro? Lamento
decir que después del último concierto ya no había servicio de
suburbano que te devolviera a la ciudad. Por parte del Ayuntamiento,
no sé si etiquetar esto como sarcasmo o como cinismo.