Música: Deep Purple.

 

El metro de Madrid a la una de la madrugada. Alguien tararea: Na nananá nananá nananá nananá-na…

Y un grupito, desde el andén de enfrente, responde a pleno pulmón: ¡Nána!

Faltan muchos detalles, es difícil transmitir una tonada si no se dispone de un código adecuado y yo no he estudiado solfeo. Sin embargo, a unos pocas personas bastaría con proporcionarles estas coordenadas para que adquiriera sentido: Deep Purple, Madrid, septiembre 2004.

La canción es Blacknight, compuesta antes de que yo naciera. Dees Purple era una banda estrella en aquellos tiempos, de esas capaces de llenar un estadio de fútbol como el Calderón. Hoy en día se conforman con tocar ante unos pocos miles… y esos pocos miles suspiran por no haber nacido unos años antes para verlos en su mejor momento, en la cima del éxito y arropados por la gran maquinaria del espectáculo que debió ser verlos entonces.

Pero, si lo analizamos fríamente, ¿no habremos tenido suerte?

¡Ay! No podemos comparar, debido a la ya mencionada desincronización temporal; no vimos el concierto de Japón en 1977; pero, afortunadamente, contamos con las grabaciones remasterizadas del evento. Seamos sinceros… ¡no parece que el cantante haya perdido voz o el guitarra destreza! Y órgano y batería parecen igual de virtuosos que entonces.

Entonces, ¿qué nos hemos perdido? ¿Estar rodeados de cincuenta mil personas? Creo que voy a preferir tener un poco de sitio, el lujo de poderme acercar al escenario sin tener que luchar a brazo partido con un mar de carne y poder ver sin estorbos, a unas decenas de metros, a ese puñado de leyendas vivas del rock.

Deep Purple no ha envejecido. Nos tuvieron durante dos horas extasiados. Con la única ayuda de la música, sin adornos ni apoyos, nos hipnotizaron y contagiaron su energía no mermada, nos hicieron sus cómplices y compañeros cuando todos juntos tocamos Blacknight, “Na nananá nananá nananá nananá-na…” ¡NÁNA!

 

 

 

Venom

Índice de artículos musicales
Página principal de Alt+64