1.984 es ahora.

"Las nuevas tecnologías fortalecen tanto a los terroristas
como a los agentes secretos que los combaten. Pero,
¿cuál de los dos amenaza más nuestros derechos?".

Timothy Garton Ash.

"Más seguridad, menos libertad"

 

El equilibrio entre libertad y seguridad ha sido siempre delicado. Las nuevas tecnologías dotan a los posibles terroristas de un poder letal cono nunca antes se habría imaginado. Tal como lo expresaba George Bush "Ahora, tenebrosas redes de individuos pueden traer enorme caos y sufrimiento a nuestras costas por menos de lo que cuesta un solo tanque".

La idea de un estado policial que hemos visto en miles de malas películas no es, hoy en día, un escenario imposible. Mucho menos tras el 11/09/01.

El miedo a posibles ataques terroristas ha dado pie al Gobierno de los Estados Unidos para redactar una serie de leyes cuyo fin es dar potestad a los organismos policiales para invadir la privacidad de sus ciudadanos sin necesidad de control judicial. Esto es un peligroso ejemplo que podría ser seguido por otros países, recortando más y más el derecho a la intimidad de cada uno de sus ciudadanos (y hay que recordar que sus ciudadanos no son entes abstractos, sino personas tan concretas como tú o yo).

No somos, muchas veces, conscientes de que redes como Echelon existen, son reales, y filtran e investigan nuestras vidas de forma ilegal... y no siempre ilegal. En España, por ejemplo, los servidores de Internet están obligados a guardar durante un año el tráfico de información que ha circulado por ellos. La información que consultemos permanecerá durante un año almacenada, con la posibilidad de ser, un día, consultada por la Policía (siempre, se supone, con autorización judicial).

Pero no es necesario acudir a Internet para dar con utilísimas herramientas de espionaje y control masivos. Basta con reflexionar en el funcionamiento de un aparato tan implantado en nuestra sociedad como el teléfono móvil.

Dicho aparato proporciona, no sólo la información elemental (número que llama y número que recibe la llamada, la hora y duración de la misma...), sino información relativa al propio terminal, así como del repetidor desde el que se ha recibido la llamada.

Además, el aparato está continuamente emitiendo datos, informando a los repetidores del área de influencia en que se encuentra (con el pretexto de ser información necesaria para el mantenimiento de la red), con lo que el filtrado de esta información puede mostrar pautas, no sólo del usuario, sino de otros usuarios (¿Se reúnen a menudo un determinado número de personas?) dando así a quienes manipulan los datos la posibilidad de registrar reuniones de amigos, información que rara vez se proporciona por otras vías.

Por otra parte, la costumbre de recargar el saldo de las líneas de prepago mediante cajeros automáticos permite relacionar los números de teléfono con sus usuarios (no hablemos ya de los teléfonos de contrato), de forma que la información, en principio anónima, que el aparato proporciona a la red se vuelve tremendamente personal.

Hoy en día, todos llevamos un rastreador en nuestros bolsillos, un pequeño delator que denuncia nuestros pasos y por el que nos comunicamos de forma abierta para todo aquel que quiera y sepa intervenirlo.

Sin embargo, todo este posible control policial no es suficiente. Siempre habrá individuos marginales imposibles de controlar que estén dispuestos a causar daño (sirva de ejemplo Unabomber: no pudo ser detenido hasta que lo denuncio su propio cuñado). Un pequeño incremento de seguridad se compra a costa de un terrible precio en libertades.

El concepto de espionaje preventivo se relaciona con la obligación de demostrar inocencia: no es suficiente no ser culpable, hay que demostrarlo. Por esta razón, los secretos son sospechosos y la privacidad peligrosa.

Esta es la verdadera victoria de los terroristas: la pérdida de nuestras propias libertades individuales en aras de una mayor (pero todavía insuficiente) seguridad colectiva. Para citar al mítico personaje de John Le Carré, George Smiley, "Hemos renunciado a demasiadas libertades para ser libres".

 

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